A propósito de un texto epigráfico latino de carácter funerario.

(Bartolomé Delgado Cerrillo)
Fuente: Revista de Feria de 2001

La religión en Roma tenía un sentido utilitario y estaba al servicio de los individuos y del estado. Alejada de cualquier contenido moral, todos los ritos y sacrificios, tanto públicos como privados, tenían como objeto obtener un beneficio de los dioses o de los espíritus, ya que unos y otros ocupaban el mismo plano en el mundo de las creencias; representaban fuerzas ocultas a las que había que invocar para que les fueses propicias.
La abundancia de inscripciones llegadas a nosotros constituye un elemento de primer orden para hacernos una idea de la composición social de las comunidades de época romana. En el caso que nos ocupa, se trata de una lápida funeraria aparecida en las inmediaciones de Villa del Río; estamos ante una pieza de mármol pulimentado, con unas vetas de tonos rojizos, de gran calidad. Tiene forma más o menos cuadrangular. Sus medidas son: 26 cm por 29 cm aproximadamente, y el espesor de la piedra es de 1,7 cm. Es un texto de carácter funerario, en el que destacan las siguientes características:
1. El material: Mármol.
2. La edad y el nombre del difunto: se trata de un niño de nueve años, llamado Peregrinusactor.
3. El tipo de letra. Es una letra capital latina, de gran calidad, y de esmerada realización.
4. El tamaño de la pieza, de reducidas dimensiones.



La reproducción de la pieza, junto con el texto epigráfico es la siguiente:
Traducción: Consagrado a los dioses Manes, Peregrinusactor, de nueve años, bondadoso para con los suyos, yace en este lugar. Que la tierra te sea leve.

COMENTARIOS DE LAS FORMULAS.

DMS.-
Se trata de una dedicatoria. Son las siglas de la fórmula DEIS (también DIIS o DIS) MANIBUS SACRUM. Los dioses Manes eran los espíritus de los antepasados muertos, a los que invocaban para captar su benevolencia -precisamente el significado de la palabra Manes es "benévolos"-, pues estaba muy arraigada la creencia de que si no había alguien que se acordase de ellos e hiciese ofrendas en sus tumbas y las cuidase, sus almas andarían errantes y sin sosiego hasta llegar a convertirse en espíritus de influencia nociva. Para evitar este mal, una vez al año, en las fiestas funerarias, ofrecían en sus tumbas alimentos y bebidas, flores y obsequios, al margen de la oración diaria de la familia y del recuerdo que representaban las mascarillas de cera de los difuntos que colgaban de las paredes de las casas; otras veces eran imágenes completas. Cuando alguien moría, al entierro iban sus Manes, es decir, sus antepasados, representados por maniquíes voluntarios con las máscaras de cera que los identificaban.
La relación que tenía el pueblo romano con sus muertos era una mezcla de temor y veneración. El entierro constituía una de las ceremonias más solemnes a la que asistían todos los miembros de la familia del finado, incluidos los antepasados difuntos, representados, como su hijo antes, por las mascaras de cera que los identificaban y que sus descendientes conservaban en el hogar. Las procesiones funerarias, según la categoría social del difunto, iban acompañadas de plañideras, músicos... Parte importante del funeral era el Panegírico, consistente en un recitado sobre la vida del muerto. Aunque no es el caso que nos ocupa, en algunas lápidas sepulcrales se representaban a los difuntos en las actividades que habían realizado en vida, indicando, a veces, con gran precisión, los instrumentos, objetos y productos propios de su profesión (zapatero, panaderos, verduleros, ...).

PEREGRINASACTOR.-
Es le nombre del difunto. Los romanos tenían tres nombres: el Praenomen, el Nomen y el Cognomen, una fórmula parecida a nuestro nombre y dos apellidos, si bien el tercero, generalmente hacía alusión a alguna cualidad o defecto del individuo, es decir, se trataba de una especie de "mote", apodo o sobrenombre, como es el caso del gran escritor latino PUBLIO OVIDIO NASON, donde la tercera palabra significa "narigudo" (nariz en latín es naso-nasonis). Los dos primeros - el Praenomen y el Nomen- correspondían, respectivamente, a lo que hoy llamaríamos nombre de pila y al nombre que identificaba a la familia a la que pertenecía. En las tumbas de los grandes personajes públicos, -héroes, políticos, artistas o escritores- se solían colocar los tres nombres que identificaban al personaje, pero en los demás casos, sólo se usaban los dos primeros y a veces, el primero únicamente. Este último es el caso del nombre que figura en la inscripción. Etimológicamente la palabra Peregrinusactor es un compuesto formado por otras dos palabras, peregrinus y actor, cuya traducción al castellano nos da un nombre de carácter simbólico "guía de peregrinos". Seguramente, este pequeño niño de nueve años recibió este nombre por el alto grado de consideración de caravanas de peregrinos tenían en la antigua Roma.
Se trata de una palabra de origen griego. Es éste un detalle curioso que observamos en la epigrafía hispánica. Efectivamente, es de destacar la considerable abundancia de nombres griegos que ostentan esclavos y libertos. En realidad, se trata de nombres puestos artificialmente por el comerciante de esclavos: dado el prestigio que todo lo griego tenía en la sociedad romana, resulta evidente que la "mercancía" de esa procedencia se vendía mejor; se generalizó por ello la moda de poner a los siervos nombres helénicos, independientes de su procedencia. En una inscripción funeraria encontrada detrás de la ermita de la Virgen de la Estrella, se puede leer el nombre Agathonicus- trad: Agatónico- palabra de origen griego que significa "el buen vendedor". Los tratantes de esclavos ejercían su comercio públicamente o en las tiendas especializadas. Los precios variaban según la edad y cualidades del esclavo. Del cuello de cada uno de ellos colgaban un cartel en el que se indicaba la nacionalidad y sus capacidades. Curiosamente, lo que más hacía subir los precios era su inteligencia y su aptitud para determinados oficios, no su fuerza física.

ANNOR IX.-
Está abreviado. La expresión completa es ANNORUM IX, es decir, "de nueve años" de edad. La palabra Annorum aparece con distintas abreviaturas en muy variadas estelas funerarias: Annor, Ann, An... Esta costumbre de grabar en la losa funeraria la edad del difunto ha permanecido intacta hasta nuestros días.

PIUS IN SUIS.-
Es otra formula ritual, que resaltaba las cualidades humanas del difunto. También se repite invariablemente en numerosas lápidas funerarias: generoso (amado, benévolo) para con los suyos.

HIC SITIUS EST.-
Aunque aquí está completa, también a veces se abreviaba esta fórmula y se unía, como si fuera una sola palabra, a las siglas de la fórmula siguiente. Literalmente dice "esta situado aquí", si bien su traducción más correcta sería "yace en este lugar". Nuevamente nos encontramos ante otra fórmula ritual, del estilo de las que se utilizan en la época actual. La palabra sitius es una variante de la que se usaban en latín clásico -sitius-, lo que me hace pensar que estamos ante una variedad dialectal hispánica de esa lengua latina. Esto es importante, ya que nos permite situar la fecha de la lápida en la que está en torno a los siglos II -III después de Cristo, cuando ya está muy avanzado, si no terminado, el proceso de romanización de la Península.

STTL.-
Como se dijo en el apartado anterior, a veces esta fórmula aparecía unida a la precedente. Nuevamente nos encontramos ante unas siglas que se utilizaron de forma muy variada en las distintas lápidas funerarias. Corresponden a la fórmula SIT TIBI TERRA LEVIS, es decir, "que la tierra te sea leve", lo que nos recuerda la fórmula actual "Descanse en paz". Con esta fórmula se ponía fin al texto epigráfico de la lápida, aunque en ocasiones se añadía una especie de poscriptum, recordando lo mucho que los parientes y amigos apreciaban al difunto -recuérdese la fórmula actual "Tus amigos/padres/etc.. no te olvidan"-, o bien ensalzando sus cualidades, etc. A tenor de lo conservado, esta lápida no parece tener continuación.

Conclusión: Teniendo en cuenta todo lo anteriormente expuesto, y considerando que siempre que se fecha un hallazgo de la antigüedad se debe trabajar con un cierto margen de error, esta lápida funeraria, por el tipo de letra, el nombre de origen griego del difunto, la utilización del dialectalismo sitius, la calidad del material empleado, el grabado de las grafías y su propio estilo de capital latina, la utilización de la fórmula pagana DMS, debe corresponder a un periodo de tiempo entre los siglos I y III después de Cristo, ya culminada la romanización, anterior, en todo caso, a la aparición del cristianismo, que, como es sabido, aunque adoptó la lengua latina como lengua oficial, sin embargo suprimió todas las referencias paganas que aludían a los dioses de la antigua Roma.
La aparición del cristianismo, por tanto, es importante para fechar la lápida, ya que la documentación histórica nos ofrece las primeras muestras del cristianismo hispánico a fines del siglo II y más información a partir del año 250, en que el emperador Decio decreta una persecución. El cristianismo va aumentando se presencia en Hispania hasta que el emperador Teodosio declaró la nueva religión como oficial del Imperio en el año 380.